Neumáticos, amortiguadores y frenos. Estos tres elementos de todo automóvil son más que importantes para conservar la seguridad activa de nuestro vehículo. En estos elementos está la diferencia entre frenar a tiempo y tomar bien una curva, por ejemplo, o no frenar y no tomarla, y tener un accidente.
La principal función de los amortiguadores no es que vayamos más o menos cómodos en nuestro vehículo, o que notemos menos los baches e irregularidades de la calzada. Su principal función es mantener el contacto entre el neumático y el suelo en todo momento.
Pensemos en un vehículo que no tiene amortiguadores, y en el que el tren de rodaje sea muy rígido: al pasar por encima de irregularidades, baches o resaltos, el vehículo va a rebotar, va a dar pequeños saltos. Y aunque sea solo por un segundo o por unas fracciones de segundo, esto significa que el neumático no está en contacto con el suelo. Y cuando el neumático no está en contacto con el suelo no podemos dirigir y no podemos frenar.
Unos amortiguadores en mal estado significan que nuestro vehículo será menos estable, será menos ágil a la hora de realizar maniobras rápidas, por ejemplo, de esquivar un obstáculo, y que necesitará más metros para frenar. En pocas palabras, vehículo es menos seguro.
Los sistemas electrónicos de seguridad, como el ABS o el sistema de control de tracción y estabilidad (ASR y ESP), serán también menos eficaces por culpa de los amortiguadores gastados.
Uno de los inconvenientes de los amortiguadores es que se van desgastando poco a poco, y casi sin darnos cuenta. Lo recomendable es revisar el estado de los amortiguadores cada 20.000 o 30.000 km, más o menos cada dos años de un uso normal.
A eso de los 90.000 km puede que sea necesario sustituirlos. Obviamente depende de cada marca, de la forma de conducirlo, la carga que habitualmente se transporta y del estado de las calles y rutas por las que se haya circulado, pero es una buena referencia aproximada para no pasar sin revisarlos.
Los síntomas de amortiguadores en mal estado
Hay algunos síntomas, ya muy patentes, cuando los amortiguadores están muy desgastados, que nos indican que los amortiguadores tienen que ser cambiados:
- Si al frenar fuerte notamos que el coche cabecea más de lo normal, es decir, que la trompa baja. Por el contrario, al acelerar con decisión podemos notar que la trompa se eleva.
- Si al pasar por un bache o resalto la carrocería rebota y oscila varias veces.
- Si al realizar giros o tomar una curva notamos que el coche se balancea más, y de manera más irregular, inestable e insegura. También se puede notar este balanceo cuando hay viento lateral fuerte.
- Desgaste irregular de la banda de rodadura de los neumáticos.
- Si el cilindro del amortiguador tiene fugas de aceite.
En general cuando un amortiguador está en buen estado, la carrocería no debería oscilar más de 1 o 1,5 veces como mucho. Hay quien comprueba los amortiguadores apoyándose sobre la aleta, más o menos sobre la rueda, en un lugar que sea resistente, y carga su peso sobre el coche para luego retirarse y ver cómo vuelve a subir. En ese momento si oscila más de lo que hemos dicho, indica amortiguadores en mal estado.
De una manera más precisa existen máquinas en los talleres que ponen a prueba los amortiguadores y miden las oscilaciones que experimentan, y nos indican con un porcentaje el estado del amortiguador (por ejemplo 75%).
Para terminar, es importante recordar que los amortiguadores se cambian como mínimo por pares, al mismo tiempo los dos de cada eje. Invertir dinero en renovar neumáticos, amortiguadores y frenos no es malgastarlo, es mantener la más alta seguridad seguridad de nuestro vehículo, nuestros pasajeros y nosotros mismos.
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